viernes, 24 de febrero de 2012

Profecía de TUTANKAMON 3


Egipto


Egipto descansa entre el fresco y limpio Nilo y el calor ardiente del sol; entre agua y fuego, tierra y cielo, vida y muerte.
De estas fuerzas opuestas brotó la conciencia del tiempo, junto con una rica filosofía de la existencia, la cual buscaba explicar las eternas dudas del lugar del ser humano en el mundo y de su propósito en el universo.

Desierto de Libia
el Fayum
Sinaí
Mar Rojo
Abu Simbel
Mar Mediterráneo
Alejandría Bajo Egipto
Sais Tanis
Heliópolis
Giza El Cairo Saqqara
Nilo
Menfis
Beni Hasan
Hermópolis
el Amarna Alto Egipto
Abidos
Deir El Bahari Armant
Esna
Heirakonpolis Edfu
Nubia

El río Nilo fluye desde Nubia, en el sur, hacia el norte, hasta el Mediterráneo.
Dendera
Karnak Luxor (Tebas)
Kom Ombo
Eventos principales
Unificación de Egipto. Comienzo de los jeroglíficos y del calendario Fundación de Menfis
Pirámide escalonada en Saqqara
Esfinge en Giza
Templo al Sol en Abusir en Saqqara, primeros textos de las pirámides
Rigió 94 años Desintegración de la monarquía Textos de los sarcófagos Florecimiento de la literatura Tumba enTebas
en Dahshur en Hawara Drenaje de los Fayum
Introducción de caballos y carrozas
Expedición a la Tierra del Imperio Punt: Éufrates-cuarta catarata Culto del dios único AteM Tumba encontrada intacta en 1922 por H. Carter
Templo en Abidos Batalla de Kadesh Templo en Medinet Habu Tumba intacta enTanis
Toma de Jerusalén
Serapeum en Saqqara Circunnavegación de África
Se completa un canal del Nilo al Mar Rojo
Fundación de Alejandría con el Pharos (= Faro) Templo de Edfu y Philae
Templo en Esna y Philae Persecución de los cristianos Fundación de monasterios 452: último texto encontrado, en demótico, en Philae
Amr Ibn al As d.C. conquista Egipto
Reyes principales
Narmer (= ¿Menes?)
Khasekhem Djoser Keops Kefrén Mikerinos Userkaf Unas
Pepi II
Mentuhotep Senusert III Amenemhut III
Los Reyes Hyksos Sekenenre
Hatshepsut Tutmosis Akenatón Tutankamón Seti I Ramsés II Ramsés III Psusennes
Sheshonq
Piankhi Psammetic
Nekao Cambises
Darío Nectanebo
Alejandro Ptolomeo Cleopatra Claudio Dioclesiano
Dinastía Periodo

Arcaico
Reino Antiguo
Primer Periodo Intermedio
Reino Medio
Segundo Periodo Intermedio
Reino Nuevo
Periodo Tardío
Periodo Ptolemaico
Periodo Romano
Periodo Bizantino

Conquista Árabe



El desbordamiento anual del Nilo depositaba limo proveniente de las entrañas de África en los bancos del río y en las tierras bajas adyacentes. Era evidente que la tierra proporcionaba alimento para el cuerpo, mientras que, arriba, los cielos alimentaban la mente. Fue esta clara relación entre el ser humano, la naturaleza y el cosmos la que dio origen a una de las civilizaciones más únicas de la historia.

Los egiptólogos, arqueólogos e historiadores miden los hitos de Egipto conforme al linaje de sus reyes y reinas, una sucesión de dinas- tías. Este método tiene la ventaja de que existe una lista perfecta de la sucesión. Pero si algún rey o reina en particular hubiera sido olvidado o duplicado debido a un segundo nombre, por ejemplo, entonces el sistema se derrumbaría. Para complicar el asunto aún más, las “lis- tas de reyes” fueron agrupadas en diferentes periodos, siendo el más antiguo el Arcaico, seguido por el Reino Antiguo, el Primer Periodo Intermedio, el Reino Medio, el Segundo Periodo Intermedio, el Reino Nuevo, el Periodo Tardío, el Periodo Ptolemaico, el Periodo Romano y el Periodo Bizantino. Se nos perdonará la sospecha de que los “expertos” intentaban confundir al lego con estas convenciones, con la esperanza de detener a cualquiera que tuviese el menor inte- rés en Egipto para continuar, en alguna otra parte, e impedir que interfiriese en la egiptología seria. 

Como quiera que sea, por confu- sas que puedan parecer al lego, estas prácticas permanecen vigentes. (Esta breve explicación tiene la intención de ayudar a quienes estén interesados en Egipto y que puedan estar comprensiblemente con- fundidos por la Tabla del tiempo de la historia egipcia , la cual no es más que una formulación de tiempo y eventos).
El desbordamiento anual del Nilo, junto con la irrigación de las tierras adyacentes, originó el crecimiento de granjas a ambos lados de sus onlhs. El avance y retroceso de las aguas también epitomizó los nacimientos y las muertes anuales y el renacimiento del Nilo.

Alrededor del 10000 a.C. tres grupos de migrantes llegaron al valle del Nilo: africanos de África central, un grupo desconocido desde el corazón de Asia, y un grupo de Libia del cual se cree provenía de la legendaria Atlantis. Se desarrollaron dos centros de civilización, uno en el norte en torno al delta del Nilo, de donde surgió el primer centro urba- no de Merimda, el otro en Tasa, al sur (ninguno de ellos permanece).

Los textos de las pirámides dicen que el dios Osiris, encarnado como el rey de Tebas, unió las dos partes por primera vez cerca del

4200 a.C., pero sólo por un corto tiempo. Se cree que la unificación comenzó bajo el reino del rey Narmer, de la primera dinastía, cerca del 3000 a.C. El Alto Egipto (el sur) conquistó al norte, y una nueva capital fue establecida en Menfis.

Unificado, Egipto abarcaba muchas tribus diferentes, cada una de las cuales contaba con su propia deidad local. Los dioses de un pue- blo en particular eran tres, la deidad local propiamente dicha y dos dioses menores, quienes compartían el honor y la reverencia que a aquél se le ofrecía. 

Estos grupos eran conocidos como tríadas. Usual- mente uno era el dios principal, otro su esposa, la diosa, y el tercero su hijo, de quien se pensaba que poseía todos los poderes atribuidos a su padre. La cabeza de la tríada era a veces Ra, el dios solar, o un dios menor al que se le atribuían los mismos poderes.

La tríada principal Abidos, conformada por Osiris, quien personificaba la bondad, su esposa Isis, y Horus, popular en todo Egipto. En Menfis reinaban Ptah, Sokar y Nefer-Tum (o Tem), mientras que en Tebas se adoraba a Amón, Mut y Khons. Tal vez sea útil decir aquí que suele haber muchas diferentes formas de escribir el nombre de un dios en la mitología egipcia, lo cual, de nuevo, puede resultar confuso.
Con el tiempo, las tribus se agruparon para protegerse y para beneficiarse del cultivo, el almacenamiento de los alimentos y el transporte comunes.

La cooperación en el comercio conllevó una convergencia en las creencias sobre la creación del mundo, con deidades benévolas y malévolas representando las fuerzas de la naturaleza, los elementos, los guardias del inframundo y vida después de la muerte. Con la uni- ficación, la diversidad de los dioses se estructuró, cada uno de ellos relacionándose con los otros en una serie de panteones colectivos. Las deidades cósmicas, de las cuales se cree que tuvieron un origen fuera de Egipto, también figuraban, pero eran remotas con respecto a las vidas de las personas, identificadas en 
forma divina, sin aspecto ani- mal ni fetiche.

Muchos estudiosos se confunden y quedan perplejos ante la miríada de símbolos, dioses y tradiciones de los egipcios. ¿Quiénes eran los dioses? ¿Dónde tuvieron su origen? ¿Qué simbolizaban? ¿Por qué algunos llevaban el ankh, otros el cetro, otros la serpiente, otros el buitre, y, otros más, tanto la serpiente como el buitre?



Los dioses de Hermópolis
La ogdóada
océano primordial
eternidad o infinitud
oscuridad
aire
Shu (aire)
Geb
(tierra)
Osiris Isis
(vida después de la (amor) muerte)
Seth
(destrucción)
Tefnut
(humedad)
Nut
(cielo)
Neftis
(ayudante de Isis)
Nun
Hehu
Keku
Amón
Naunet
Hehut
Kekut
Amaunet
Los dioses de Heliópolis
La enéada
Tem-Ra
(Atum – dios creador)

Había, en esencia, tres sistemas de creencias basados en los tres más importantes centros religiosos de Heliópolis, Hermópolis y Menfis. Los sacerdotes de cada uno de estos centros competían por cuál de los sistemas representaba mejor su historia, sus intereses persona- les y su bienestar.
Los dioses de Heliópolis, y todo lo que representa- ban, tenían más seguidores que los otros. Ellos conformaban un gru- po de nueve dioses, conocidos como la enéada. El dios creador era el dios solar en varios aspectos, una combinación de Atum (Tem), el sol poniente, y Ra, el sol del cenit. Desde entonces fue conocido como Atum-Ra o Tem-Ra. A veces era representado con la serpiente pri- mordial que delineaba las fronteras del universo. Como el dios sagra- do Khepri (Khepera) era el escarabajo, del cual se decía que se creaba a sí mismo a partir de la bola de excremento dentro de la cual su huevo estaba escondido mientras lo rodaba a través de las arenas del desierto, representando la esfera del Sol que cruzaba el cielo. 

También se le representaba como el montículo primordial, la primera tierra en apare- cer después del diluvio, y como un ave fénix llamando hacia la luz, la vida y el renacimiento. Las leyendas cuentan que emergió de las aguas primordiales, soplando a Shu, el dios del aire. Y de su vómito emergió Tefnut, diosa de la humedad (otra versión sugiere que Shu y Tefnut aparecieron después de que Tem se masturbó). Estos dos unidos hicieron surgir a Geb, el dios de la tierra, y a Nut, la diosa del cielo. De ellos surgieron las deidades no cósmicas: Osiris, dios de la vida después de la muerte y de la fertilidad; Isis, diosa del amor divino; Seth, dios de la destrucción, y Neftis, hermana y auxiliar de Isis. Osiris e Isis engendran a su hijo Horus, el halcón.
En Menfis Ptah dio a luz a Naunet y con ella dio a luz a Atum, quien creó la enéada de Heliópolis.

En Hermópolis  cuatro pares de dioses estaban involu- crados con la creación: Nun y Naunet (océano primordial), Hehu y Hehut (eternidad o infinitud), Keku y Kekut (la oscuridad), y Amón y Amaunet (aire).

Pocos son los estudiosos de Egipto que concuerdan respecto a los nombres de los dioses, principalmente debido a la complejidad de la interpretación y traducción de los textos jeroglíficos. Los que están grabados en los muros del templo de Darío II, construido en Hebet, en el oasis de Kharga, aseguran que Nu y Nut, Hehu y Henhut, Keku y
Kekuit, y Kereh y Kerehet representan la ogdóada de Hermópolis. En forma similar, el nombre del dios creador cambió a lo largo de los dife- rentes periodos de la historia egipcia, lo que ha aumentado la confusión.

Shu
(aire)
Geb
(tierra)
Osiris (después de la vida)
Isis
(amor)
Tefnut
(humedad)
Nut (cielo)
Seth Neftis
(auxiliar de Isis)
Los dioses de Menfis
Naunet (océano primordial)
Ptah
(deidad suprema; dios del sol naciente)
Tem-Ra
(Atum – dios creador)

El nombre Ra, el dios sol, apareció por primera vez alrededor del 2865 a.C. (segunda dinastía, periodo Arcaico), llevado por el rey Raneb en Heliópolis; el culto a Ra se profundizó y llegó a su punto más alto alrededor de la época de las grandes pirámides en el 2500 a.C.
La historia dinástica anterior es difusa, y pocos están de acuerdo en quién fue el primero en el trono de Egipto. Algunos creen que el segundo rey egipcio, Horus Aha, probablemente tomó el nombre de Menes, al suceder al primer rey, Narmer, para establecer la capital




La adoración del dios solar Ra (Re) coincidía con los dos periodos de grandes logros cul- turales en Egipto, el primero más o menos durante los tiempos de los constructores de pirámides de la cuarta dinastía, y el segundo 1000 años después, durante la octava dinastía. Él fue capaz de recrearse a sí mismo, adoptando la forma de una serpiente que se desprende de su piel (serpiente emplumada).
Durante otros periodos, el Sol fue representado de varias maneras:
Muestra al dios solar Amón- Ra con dos plumas en su cabeza.
Muestra al Sol como Horus Aha, el halcón con el disco del Sol sobre el cual está cubierta la serpiente (la serpiente emplumada).
Muestra al Sol como el dios Khepera, el escarabajo estercolero, del cual se pensaba que se hacía resucitar a sí mismo a partir de la bola de estiércol, que representaba al Sol, al cual hacía rodar en el desierto, representando el paso del Sol a lo largo del cielo.

En Menfis, lo que aseguró el control de los territorios recientemente unificados. Otros creen que Menes y Narmer fueron el mismo. Un sello de barro recientemente excavado en el cementerio real de Abidos sugiere que el tercer rey fue Djer (quien, de acuerdo con una lista de reyes encontrada en el templo de Seti I en Abidos, también pudo haber sido conocido como Iti). El arqueólogo francés Emile Amelineau y el egiptólogo británico Flinders Petrie descubrieron la tumba del sucesor de Djer, Djet, en una tumba de Abidos, más o menos al empezar este siglo. Con- tenía una estela funeraria (grabado en piedra) en piedra caliza que representaba el jeroglífico de la serpiente –de ahí el nombre de Djet (serpiente)—.

Coronas y adornos reales (izquierda a derecha): corona blanca del Alto Egipto, corona roja del Bajo Egipto, doble corona del Alto y Bajo Egipto, coro- na atef, corona azul.
Aquí, entonces, tenemos los primeros signos que emergen de las plumas (Horus Aha, Menes) y la serpiente (Djet) al mismo tiempo que el crecimiento de la adoración del Sol como Ra, junto con la pirámide.


La primera pirámide cerca de Heliópolis (región moderna de El Cairo) fue la pirámide escalonada de Saqqara, encargada por el pri- mer regente de la tercera dinastía, Djoser, y diseñada por el arquitecto real, Imhotep. Su propósito fundamental era ser un complejo funerario, pero también fue el primer ejemplo de una construcción colosal de piedra a gran escala en Egipto. Fue aquí donde por pri- mera vez el nombre Netjerikhet (Horus) se encontró inscrito en los muros de una tumba.

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