sábado, 17 de noviembre de 2012

HUNAB KU o TLOQUE NAHUAQUEPDFImprimirCorreo electrónico
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De la antigua lengua maya: hunab ku, se traduce como "dador del movimiento y la medida". Se compone de: hun, "único", "solo"; nab, "medida" y "movimiento" y ku o kub, "dador".


La civilización del Anáhuac es una sola, por múltiples culturas diferentes en tiempo y espacio que la representan. De modo que los mayas, nahuas o zapotecos, por solo citar tres de los más de doscientos pueblos que existieron antes de la invasión y ocupación europea. De modo que al poseer una misma “matriz-filosófico-cultural” conocida como Toltecáyotl, no estamos frente a “diferentes civilizaciones”, es decir, los mayas no son una civilización en sí mismos, son en cambio, parte de un todo hermanado que se conoce como Civilización del Cem Anáhuac.

Así que el concepto filosófico-espiritual de Hunab Ku, "dador del movimiento y la medida", no es creación única de la cultura maya, en la lengua náhuatl (lengua franca del Cem Anáhuac por miles de años) se nombra como Tloque Nahuaque. Así como Chac, que representa la energía luminosa del mundo simbolizado con el agua, también existe en la cultura zapoteca con el nombre de Cosijo, y de la misma manera la encontramos en la cultural nahua con el nombre de Tláloc. Las tres comparten la misma raíz filosófica-religiosa pero cada cultura la representará iconográficamente de maneras distintas, pero todas coincidirán en llevar unas anteojeras y una lengua de serpiente.


La concepción filosófica de “lo inconmensurable”, de aquella suprema consciencia o energía primigenia los anahuacas determinaron que no tenía nombre, ni forma, que era totalmente abstracto e inaprensible para las limitadas posibilidades humanas. De modo que para el S XVI los españoles le llamaban “Dios Padre”, Jehová y lo representaban con un anciano sentado en un trono, sosteniendo en la mano derecha una cruz y en la izquierda a un globo terráqueo. Los pueblos del Cem Anáhuac, los anahuacas treinta siglos antes decían que era invisible e impalpable, como el viento y la noche o le llamaban metafóricamente “Aquél por quien se vive”. De modo que no podía ser representado, lo que implica que los anahuacas no eran idólatras. El concepto en lengua náhuatl de “teotl” no significa dios, aunque así lo tradujeron los primeros misioneros.


Nuestros antepasados tenían Hunab Ku o Tloque Nahuaque o como le llamaran en las otras lenguas anahuacas. La concepción de una fuerza única, inconmensurable, invisible, impalpable e innombrable era su referente superior en los terrenos de lo divino y lo sagrado. Las diferentes advocaciones o manifestaciones de esta suprema realidad fueron representadas de manera simbólica. Estos diferentes simbolismos o advocaciones de una sola realidad, los misioneros por su corta visión o su fanatismo les llamaron “dioses”, justificando con esto la inferioridad de la milenaria religión endógena de los anahuacas, frente al sincretismo religioso y las múltiples transgresiones que sufrió la secta cristiana, surgida del judaísmo, al ser adoptada por las diferentes religiones locales de los pueblos europeos y puesta por Roma como religión de Estado.


La confusión surge porque los primeros investigadores han sido extranjeros, y ellos, siempre nos han “estudiado por nuestras diferencias y no por nuestras semejanzas”. De modo que ven al Cem Anáhuac como un “archipiélago en vez de un continente”, y sus “colegas nacionales” totalmente sometidos y colonizados, repiten sus errores hasta convertirlos en “la verdad oficial”.


Así que para los mayas y todos los demás pueblos del Anáhuac, Hunab Ku era el centro de todo de la galaxia, y a su vez, el corazón y la mente del Creador, hacia allí y a través del Sol, dirigían su mirada al estudiar las estrellas. Hunab Ku, es el centro  y existían “esencias” menores. Los tlamatinime y las personas de conocimiento entendían la integralidad del universo con la Tierra y la vida humana. Nada estaba separado y todo era complementario. Y existía una consciencia o “energía” superior que se encontraba en el centro de lo “inconmensurable”.


Los anahuacas, sabían que su corazón y su mente están en el centro del universo y solo a través del Sol podían comunicarse con él. Considerado el centro de la galaxia y a su vez, el corazón y la mente del creador. Creador del mundo y del ser humano, construyó el mundo tres veces: La primera vez fue habitado por genios. La segunda vez por los dzolob, una raza oscura y siniestra, y  la tercera y última por los anahuacas.


Por alguna razón, aproximadamente en el año 850 d.C. en el auge de su brillante civilización, partieron de sus ciudades que habían destruido, quemado y cubierto de tierra o simplemente abandonaron, dejando atrás soberbias construcciones, observatorios astronómicos, obras de arte, cientos de monumentos y estelas...y desaparecieron, sin saber cómo destruyeron, por qué lo hicieron y a dónde se fueron. Se sabe que dejaron guardianes de sus centros de investigación y estudio hoy conocidos como “zonas arqueológicas”, y que ellos preservan los valiosos códices escondidos hasta ahora. Algunos de los centros de conocimiento fueron repoblados por otros pueblos, pero la mayoría de estos centros de investigación y estudio fueron cubiertos y muchos de ellos siguen bajo tierra sin ser “descubiertos”.


Conforme se descubre el legado de la Civilización del Anáhuac, nos quedamos maravillados con estos adelantados astrónomos, matemáticos, físicos, ingenieros increíbles, constructores de monumentos impererecederos; consideraron los occidentales que poseían una visión superficial e ingenua del mundo, atrasada y primitiva. A la luz de los descubrimientos de las culturas anahuacas, percibimos con verdadero asombro que en algunos aspectos estaban más adelantados que los científicos actuales, y llevaban una ventaja de casi mil años a las civilizaciones del entorno, mucho antes que las civilizaciones contemporáneas de su época, los anahuacas dominaban un sistema numérico Binario Exponencial, con base en el número 2. Ya 500 años antes de los árabes, utilizaban el concepto del 0, y su calendario que sincroniza al sol, la luna y la tierra con el universo, es más exacto que el que utilizamos actualmente. Es más, sus medidas astronómicas probaron ser tan exactas, que comparándolas con las medidas tomadas por la NASA (Centro aeroespacial estadounidense) son apenas diferentes en milésimas de segundo; por ejemplo: Según los anahuacas, la rotación completa de la Tierra alrededor del Sol es de 365,2420; mientras que la NASA lo mide en 365,2422.


Los anahuacas mantenían la creencia de que del centro de la galaxia (Hunab Ku), cada 5.125 años, surge un “rayo sincronizador”, que justamente sincroniza al sol y a todos los planetas, con una poderosa emanación de energía.


En la rotación completa del sistema solar en la galaxia, ellos hacían una división de dicha elipse en dos, con una fracción cada una de 12.812 años, llamando a la fracción más cercana al centro de la galaxia, Día, y a la parte más alejada de Hunab Ku; Noche, tal cual se divide en día y noche en la Tierra. A su vez, dicha elipse era partida en cinco períodos de 5.125 años: los cuales eran: Mañana, Mediodía, Tarde, Atardecer y Noche. Según nuestros Viejos Abuelos anahuacas, justamente en nuestro nuevo milenio, estaremos ingresando en la mañana galáctica, y es marcada por el rayo sincronizador desde Hunab Ku.


Los hombres y mujeres de conocimiento nos dicen que el período intermedio al traspaso, dura 20 años, y ellos lo llaman “El tiempo del No-Tiempo”, en donde ocurren grandes cambios. Es allí cuando debemos ser capaces de transformarnos, puesto que será nuestra decisión seguir como humanidad o perecer en nuestra autodestrucción.


Encontramos un calendario que abruptamente, finaliza luego de una cuenta de 25.000 años, justamente en el cambio de nuestro milenio. Junto con ese calendario.


Es lógico suponer que todo esto puede ser una mera coincidencia, y las profecías, orientadas hacia personas que nacerían cientos de años después, pueden ser sólo parte de un mito mal comprendido por los que han comenzado a descifrar la escritura maya; además su extraña desaparición, sin dejar rastros, plantea dudas sobre un pueblo que sin un porvenir conocido en su propio tiempo, anuncia sin embargo, un futuro a otra fase de la civilización humana. Sus profecías tienen base científica, y aunque llegan a pocos iniciados llamadas poco perceptibles aseguran están llegando, pocos saben las casi imperceptibles llamadas de atención que se están recibiendo y que reciben quien es capaz de interpretarlos, y que la experiencia demuestran que dichas profecías están cumpliéndose.


Nuestros ancestros nos transmiten de hecho un mensaje de esperanza, pues nos dicen que esta época es el “Final del Miedo”. Si somos capaces de enfrentar este nuevo destino, podremos sobrevivir como especie y civilización, pero el tiempo corre y hay que decidirse, la primera profecía, marca los últimos 13 años, contando a partir de 1999, desde el momento del eclipse anular de sol del 11 de Agosto (también anunciado en sus mediciones), en los cuales cada individuo debe decidir sobre la humanidad; antes del Sábado 22 de diciembre de 2012, será el último día, según los Viejos Abuelos toltecas.


El símbolo conocido como Hunab Ku, se encuentra en el Códice de siglo XVI Magliabecchiano y en la reproducción que hizo Zelia Nuttall. En él se pinta en una manta y tiene una inscripción que dice “arena y agua”. Posteriormente fue asociado con la Vía Láctea y el “dios Hunab Ku” por José Arguelles en 1987 en su libro El Factor Maya, quien cambió el símbolo a uno circular.


Sin embargo, el símbolo en cuestión es propio de todas las culturas del Cem Anáhuac y no solo de los mayas. Está compuesto por cuatro mariposas que apuntan a los cuatro rumbos de la existencia dispuestas en “pares opuestos complementarios”, negra con blanca y blanca con negra, es decir, material e inmaterial, concepto iconográfico que nos presenta claramente el principio dialéctico del par de opuestos complementarios.


Es necesario saber que en la mitología tolteca del Anáhuac, los “guerreros y guerreras de la Muerte Florecida” se representaban con una mariposa en el pecho. Símbolo que implica que el ser humano es un capullo en evolución-transformación y que partir de la “Batalla Florida”, los guerreros salen victoriosos de su capullo convertidos en mariposas que se elevan en busca del cielo. Podemos ver la mariposa en el pecho de los llamados Atlantes de Tula, de Coatlicue y del Chac Mol.


En el centro del dibujo, donde se encuentran las cuatro mariposas surge el símbolo del caracol cortado de manera transversal, que es el símbolo por excelencia de Quetzalcóatl y que nos remite a la idea del “soplo divino que le da consciencia a la materia”.


El símbolo representa cabalmente el principio rector de la Toltecáyotl, como “el arte de vivir en equilibrio”. El equilibrio se logra a través de la “medida”, a su vez, la medida se obtiene por el movimiento de los astros o mecánica celeste. Es por ello que Hunab Ku significa, "dador del movimiento y la medida" para la civilización del Anáhuac y sus diferentes culturas en tiempo y espacio, pero todas unidas por la matriz filosófica-cultural de la Toltecáyotl.


Tomado en parte de:http://lanaveva.wordpress.com/2010/05/07/hunab-hunab-ku-era-el-dios-supremo-de-los-mayas/