lunes, 30 de abril de 2012


PRIMER MANDATO

DIOS ESTA EN TODAS LAS COSAS Y ES  TODAS LAS COSAS. EL  ESTÁ PRESENTE EN TODO Y EN CADA ELEMENTO. AMA CADA COSA Y ESTARÁS AMANDO A DIOS.

En cada pueblo, religión o cultura se adora a una estatua, un principio o  a una imagen. Ignoramos al árbol, al niño que muere de hambre, al aire contaminado que respiramos y con ello ignoramos a Dios. Tristemente para la mayoría de los humanos Dios se limita a la estatua antropomórfica de barro, o al templo realizado para tal efecto ignorándolo a El en su esencia. Casi todos adoran al mensajero en vez del mensaje. Y Dios que vive en todo, incluso en el mosquito más insignificante, es ignorado. Se degrada la vida, y la dignidad que merece cada elemento creado. Dios vive en el amor incondicional e inteligente hacia todo lo que existe. Dios vive en todo lo visible e invisible.

SEGUNDO MANDATO

DIOS NO SE DEBE, NI PUEDE SER REPRESENTADO EN FORMA HUMANA. EL NO NECESITA REPRESENTANTES, Y NINGÚN SER ENCARNADO PUEDE SER ADORADO, PUES SERIA IDOLATRÍA.

Dios no vive en los templos sino en el corazón de cada cosa, de cada elemento y de cada latido de vida. Siendo la luz, el principio creador de la materia, veamos en Aton (al Sol) la representación del principio creador, pues todos los pueblos, todos los ríos, todas las plantas y todos los animales ven salir a Aton en el horizonte.
Esto no era entendible por una casta sacerdotal corrompida, afeminada y violenta, donde se manipulaba y se cizañaba para enfrentar a ricos y pobres, una casta donde se influía y enviaban seres humanos a guerras santas, donde a su vez se bendecía sus armas de terror y destrucción.

Cada ser humano ha creado a su propio Dios acomodándolo a sus necesidades, para justificar sus delirios, sus hábitos, sus delitos y sus imperfecciones.
Solo humanizando a Dios y divinizando al hombre podremos entender al Dios verdadero.

TERCER MANDATO

UN DÍA DE LA SEMANA SERÁ RESERVADO A DIOS. LO RECIBIRÁS AL AMANECER PURIFICÁNDOTE ANTE  ATON, LIMPIARÁS TU CORAZÓN DE VENGANZA, DE AVARICIA, DE ENVIDIA Y PEREZA.

Ese día será empleado para visitar a los enfermos, consolar a la viuda, educar al huérfano, plantar el árbol, limpiar el río o sembrar el campo de la comunidad. Ese día no amasarás para ti, ni contarás tu dinero, ni servirás a tus intereses.

Hoy día el domingo lo empleamos para no hacer absolutamente nada constructivo y edificante. Se podría decir que es el día del diablo, más que del Señor, puesto que comemos más, zanganeamos más, ignoramos más al pobre y al enfermo y nos atrincheramos mas en nuestro feudo para dar rienda suelta a nuestras inclinaciones menos dignas.

CUARTO MANDATO

EL ACTO MÁS SAGRADO DE LA VIDA ES EL NACIMIENTO, POR ELLO DEBEN SER HIJOS CONCEBIDOS EN EL AMOR, EN LA SABIDURÍA Y EN  LA VIRTUD DE LOS PADRES. TUS HIJOS NO SON TUYOS, SINO DE LA VIDA Y DE ATON.
¡Y TU HIJO! SIGUE LA SENDA DE TUS PADRES HONRÁNDOLES CON LA PRÁCTICA DE LA VIRTUD. HONRA LUEGO TU VEJEZ CON LA DEDICACIÓN A ATON, AL PUEBLO, A LOS JÓVENES QUE ENTRAN EN LA SENDA DEL KARMA.

Que el temerario, el asesino, el incapaz, el indeseable y el ignorante no tengan hijos, pues nacerán hijos temerarios, asesinos, incapaces e ignorantes.
Solo los hijos nacidos del amor, de la sabiduría y de la virtud de los padres pueden ver la luz.
Tristemente tenemos hijos como resultado del impulso sexual. Padres incapaces, poco maduros y con poca virtud, tienen hijos que luego se pierden en el delito, en la droga y en la ignorancia. La sociedad ha perdido el sentido de la familia y del respeto a la vida.
Al igual que se acude al médico para asegurarse de que el hijo que nazca no tenga taras físicas, se debería consultar al sabio para asegurarse de que los padres tienen la preparación psicológica y espiritual necesaria para encarnar a Dios en su seno.
Si la humanidad no dignifica y eleva el misterio de la concepción a un acto sagrado, el ser humano parirá sus propios errores y sus propias miserias. Este acto es la clave de la continuidad de la especie. No todos deberían tener hijos, aún estando sanos y teniendo medios materiales para tenerlos.

QUINTO MANDATO

NO MATARÁS A NINGÚN SER VIVO SOBRE LA TIERRA, PUES AL MATARLOS, MATARÁS A ATON. NADA, NI NADIE PUEDE JUSTIFICAR LA MUERTE DE UN SER VIVO Y TODO ES VIDA EN LA NATURALEZA. VIVE EN PAZ.

Ordeña la cabra y comerás diez mil días, mata la cabra y comerás un solo día.
Tristemente la muerte es el pan nuestro de cada día. Matamos en nombre de Dios y la Ley, con el fin de dominar a otros.
Los Hijos del Sol eran vegetarianos. Esperaban a que el manzano arrojara la manzana pues sabían que había acabado su ciclo de crecimiento, ordeñaba la cabra y tomaba los cereales cuando la espiga comenzaba su ciclo de muerte.
El hombre fue programado por los Dioses para alimentarse de leche y miel, de cereales y huevos, de aire sano y agua pura, de la virtud y del olor de las flores, del sonido de la música y del viento. Solo cuando retornemos a la verdadera Ley para la que fuimos creados, veremos el final de ésta sociedad aniquilada por sus propios errores. No existe mayor monstruosidad que matar a un semejante o consentir, aún por omisión, que un solo niño se muera de hambre.

SEXTO MANDATO

NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO. CUANDO PUEDAS TRABAJAR Y ALIMENTARTE, GUARDARTE DE LA LLUVIA EN TU MORADA, BUSCA A UNA COMPAÑERA Y FORMA UN HOGAR. SED FIELES EL UNO CON EL OTRO. AMAROS Y ENGENDRAR HIJOS SANOS Y VIRTUOSOS. NO YAZCAS CON MUJER O VARÓN QUE NO SEA TU PROPIO ESPOSO O ESPOSA. QUE EL HOMBRE SEA HOMBRE Y LA MUJER,  MUJER, ESTO COMPLACE A ATON.

Cuando puedas arar la tierra, pescar en el río o trabajar en la cantera forma un hogar. Utiliza el sexo con responsabilidad, con madurez y criterio ético.  Respeta la ley natural de los sexos.
Desgraciadamente el sexo se practica de cualquier forma o manera. La infidelidad es una moda. La promiscuidad es una práctica social ponderada por los medios de comunicación y por un mundo donde el vicio impera sobre la virtud. Las relaciones de pareja duran poco tiempo y generalmente están salpicadas de la inmoralidad y la intolerancia.

SEPTIMO MANDATO

NO ROBES A TU HERMANO, CON NADA VINISTE AL MUNDO Y SIN NADA TE HAS DE IR. ENTREGA EL DIEZMO DE CUANTO PRODUZCA TU CABRA, TU VACA, TU CAMPO, O TU BARCA, AL ESTADO, PARA QUE EL ESCRIBA LO REPARTA ENTRE LOS NECESITADOS.
NO VIVAS EN LA MENTIRA NI EN EL ENGAÑO. QUE SEAN TUS RIQUEZAS LAS VIRTUDES Y EL AMOR DE LOS QUE TE RODEAN.

Se han sustituido estas leyes simples y comprensibles para todos, por leyes retorcidas, normas injustas y constitucionales contra natura. El pequeño roba las cosas pequeñas, y el grande las grandes. Incumplimos las leyes naturales sustituyéndolas por interesadas normas que hacen que el pobre sea más pobre y al rico más rico e insolidario. Hemos perdido el concepto de la solidaridad y la decencia. Cada cual trabaja para sí mismo por encima del bien común. El productor gana tres y el gestor trescientos.
Las dos terceras partes de la humanidad padecen carencias graves. Mientras que un centenar de familias posee más riquezas y bienes que seis mil millones de seres humanos. Unos mueren en la miseria y otros se vanaglorian en la riqueza.
Mientras la Justicia no impere en nuestras sociedades no dejará de haber delitos, robos e infelicidad sobre el planeta.

Terminada la lectura los hebreos protestaron porque esas leyes eran egipcias y no hebreas y Aton no era lo mismo que Yavé. Maser se enfurecía al hacerles entender que la deidad era una sola. Que lo que importaba era el espíritu de la Ley y no los formalismos, pero los representantes hebreos no aceptaban otra ley que la de Yavé.
Jetró medió en esta cuestión ordenando a Maser que subiera a la Montaña Sagrada para consultar a los “Dioses” sobre la ley que debía ser impuesta al pueblo.
Maser convocó a todos  y les ordenó que rezaran, hicieran ayuno y trabajaran hasta que él regresara. Les indicó la necesidad de atraer el favor de los Dioses, practicando la virtud y estado receptivos a sus mandatos. Tomó el sendero de la montaña y se alejó ante la mirada expectante de todos los presentes.

El tiempo pasaba y aunque los primeros días todos se empeñaron en la oración y la virtud, finalmente el cansancio, la apatía y el descrédito les sometió, empleándose a la lujuria, la zanganería y la pasividad. El oro y las piedras preciosas que habían sido traídas de Egipto fueron repartidas entre los hebreos. Se hicieron collares y anillos. El desorden y la anarquía presidían el campamento. Aarón tuvo que retirarse por miedo de ser linchado. Josué estaba esperando a Maser al pié de la montaña guardando el camino de vuelta, pues temía que fuera emboscado y no llevara a cabo la misión.

Yo Homet-Nut vi como los propios Dioses del interior del Sinaí escribían con su puño y letra las tablas de la Ley y se las entregaron a Maser. Eran mandatos simples, menos trascendentes, acordes a un pueblo atávico y dogmático.
Maser se lamentaba ante los Dioses, pensando que la idea de la sinarquía no se podía llevar adelante, puesto que el ser humano no estaba preparado para ello. Los hermanos superiores le dijeron.
- No te preocupes Maser, pues hemos dispuesto que todos y cada uno de los que abandonaron Egipto no entren en la tierra prometida. Os haremos vagar por el desierto el tiempo que sea necesario para que una generación desaparezca, a la vez que nazcan hijos de la libertad y de la nueva Ley. Solo tú y Josué quedaréis de los antiguos y llegaréis a ver la tierra de promisión.
- Pero; hermanos, las enseñanzas de mi padre y los protocolos de los Hijos del Sol, son incomprensibles para esta raza. ¿Acaso han muerto tantos de los nuestros para que ahora se pierdan?
- No, Maser, hemos dispuesto que el conocimiento exotérico sea portado por Josué a la nueva tierra, pero la sabiduría esotérica y los protocolos de los Hijos del Sol, se quedarán en el desierto en manos de otra minoría, que los traducirá y los llevará a la práctica por más de mil años. Será una minoría admirada por la Historia, que creará un modelo de vida y de sabiduría semejante a los mejores momentos de los iniciados egipcios. Esta minoría estará hasta la llegada del próximo avatar. Todo está dispuesto según la Ley de las Estrellas. Ley que no conoce el ser humano, pues es la Ciencia de Dios.

- ¿Y cómo sabré elegir a esta minoría?
- Nosotros te guiaremos. Escucha nuestra voz y no te faltará la luz.

Maser lo tenía ahora claro. El plan que en un principio parecía descabellado, iba tomando forma. Los Dioses conocían todos los resortes del programa, pero ellos veían el pasado y el futuro en una unidad de acción, mientras que los pobres humanos vivimos escasamente el momento, pero plagado de prejuicios, miedo y superstición.

Descendió Maser de la montaña y tuvo que llorar al ver un pueblo embrutecido, analfabeto y terco de corazón.
Todo el pueblo vio como la nube metálica se ponía en marcha. Se tocaron los cuernos y las trompetas. El campamento se desperezó. El oro y las piedras preciosas fueron devueltos al tesoro y se retornó a la confianza en Yavé.
Jetró mando llamar a Maser, Aarón y Josué. Su tiempo se estaba acabando. El había permanecido vivo hasta acoger al hijo de Akenaton y preparar las normas y los preceptos de aquel pueblo. Contaba entonces con ciento veinte años.

- Maser; tu padre en las sesiones de la Fraternidad portaba en su pecho un escapulario con una turmalina negra, rodeada de otras piedras. Ese escapulario al igual que el sol que tú llevas al pecho se utilizaba en las ceremonias mayores para comunicarse con los Dioses. Dispón por tanto que con el oro y las piedras tomadas de Egipto se haga uno igual, y ponlo en el pecho de Aarón, como sumo sacerdote de los hebreos.

Jetró pidió a los presentes que meditaran con él durante toda la noche, y que al amanecer fuera sacado del poblado para recibir a Aton. La barca de Osiris estaba dispuesta. Jetró era su único pasajero. Finalmente iba a reunirse con sus hermanos en el cielo.
Era todavía de noche cuando una docena de los Hijos del Sol llegaron a las estribaciones del Sinaí.  Formaron un medio círculo en postura de loto, recibiendo al padre Aton. Jetró en el centro del mismo, cerró sus ojos y con suave voz recitó:

- “¿Quién como tu Divino Señor y Creador de Vida? ¿Quién como tú para consolarme en el dolor y acompañarme en la aflicción? ¿Quién como tú para apaciguar mi alma e iluminar mi mente?......llévame ante tu divina presencia en la barca del Divino Osiris. Llévame a la presencia de mi espíritu….. ¿Quién como tu Divino Señor y Creador de Vida?....”

Los presentes miraron al anciano. Su cuerpo parecía levitar, como si tuviera prisa por dejar el suelo donde se sentaba. Un olor a nardos frescos invadió la zona. Maser vio cómo una figura luminosa salía de anciano. Todo había concluido, Jetró, el último de los creadores de la Fraternidad Solar había dejado esta vida y se había marchado a la verdadera vida. Lágrimas de felicidad salían de los rostros de los presentes. Pues la muerte para estos seres era una fiesta y el comienzo de la verdadera vida.

La nube comenzó su marcha y con ella todo el pueblo de Israel. Pero aquella marcha duraría casi cuarenta años. Los hebreos estuvieron dando vueltas a la península del Sinaí, hasta que el último de los salidos de Egipto muriera. Otra raza había nacido libre, obediente y fuete.


LA MUERTE DE AARON.
Tal y como el Señor había dicho a Aarón, los pecados del pueblo de Israel soportados por su frente en cada ceremonia consiguieron minar la resistencia del viejo sacerdote y poco a poco los trastornos neuronales eran evidentes. Aarón a duras penas se tenía en pié y sus manos comenzaban a temblar en los actos públicos. Los cabellos blancos y la figura cada vez más mermada levantaban en el pueblo un sentimiento de tristeza puesto que su querido sacerdote se iba apagando por momentos.
Moisés recibió órdenes directas de Yavé y fue puesto en antecedentes de cuando y como iba a morir su querido amigo. Ordenó en consecuencia parar  la marcha del ya numeroso pueblo de Israel salido de Egipto y ante Hor de la Montaña se acampó exclusivamente para honrar los últimos días de su gran sacerdote. En casi postración absoluta Aarón mandó llamar a su amigo Moisés y en su presencia le dijo:
- Bien sabes, mi querido hermano que ha llegado mi hora. No deseo morir postrado. Tú que eres el predilecto del Señor pídele que me deje salir con la frente alta de entre los míos para morir en silencio.

Moisés le dijo:

- Aun pasando muchas y muchas generaciones, tu alma y la mía siempre caminarán al unísono de nuestro pueblo. Retornaremos renovando los lazos de amor en cada latitud, en cada raza y en cada tiempo y siempre serviremos a nuestro Señor. He aquí por tanto que tu ruego te es concedido. ¡Que sea hasta muy pronto, querido hermano!
Dicho esto Aarón, como impulsado por un resorte mágico se irguió sobre sí mismo. Dejaron de temblar sus manos y se iluminaron sus ojos. Se vistió después con la ropa ceremonial y entre Moisés y su hijo Eleazar, salió de su tienda en su último adiós a su pueblo.
Toda la multitud se arremolinó formando un pasillo que ascendía sobre la montaña y Aarón junto con sus seres queridos ascendía quedamente pero con dignidad hacia su último adiós.
Alguno de los presentes susurró:

- ¿Cómo es posible que este hombre vaya feliz y sereno a morir?
Solo quien conoce el “otro lado” sabe que morir aquí es nacer en la paz, en el amor y en la dicha suprema en el otro lado. El servidor solo tiene un miedo ante la muerte y no es precisamente el dejar aquí su cansino cuerpo, sino el miedo mismo a no haber sabido realizar bien su misión.
Justo cuando llegó a la parte más alta de la montaña Aarón, cayó al suelo de rodillas sin más aliento. Eleazar se abalanzó sobre su padre para levantarle, pero Moisés de un tremendo manotazo lo derribó al suelo diciéndole:
-El guerrero debe morir en la batalla, no en el lecho.
El viejo sacerdote levantó aún la vista y clavo sus ojos en los de Moisés, que permanecían imperturbables calando en su alma, mientras que todos los presentes lloraban en silencio, sin poder articular palabra alguna. Moisés se mordió los labios y gritando con rabia hacia dentro de sí mismo y en su mente le decía:

- ¡Levántate maldito seas…Levántate…!

Aarón se agarró a su bastón y en un supremo esfuerzo fue levantándose en una  agonía infinita. Una vez de pié se apoyó en los brazos de su amigo Moisés y con precisión ceremonial fue despojado de cada uno de sus atributos. En la medida que Aarón se quitaba una prenda, en la misma medida le era impuesta a Eleazar. En la medida que uno se iba apagando el otro se iba encendiendo en el espíritu del Señor.
Cuando tan solo le quedó la túnica el viejo sacerdote giró su cabeza para ver por última vez las montañas y los valles, el aire y a los suyos y finalmente cayó postrado con el último aliento en los brazos de su hermano Moisés. Aarón había fallecido de un infarto cerebral.
Todos los presentes vieron maravillados como de una nube-nave metálica que estaba posada sobre la cumbre salía un rayo de luz que iluminó la frente de aquel cadáver.

ESEN
Fueron muchas las leyendas y narraciones que han pasado a la Historia, sobre la marcha del pueblo hebreo por el desierto del Sinaí, camino de la Tierra Prometida, pero eso lo podéis encontrar en los libros. Lo que no encontraréis es una pequeña historia que solo los iniciados conocen y que se trasmite de hermano a hermano desde el principio de aquellos tiempos.

Al año de salir de Madián, en el gran peregrinaje, Maser fue guiado por la voz de los Dioses y dispuso unas instrucciones que sorprendieron a propios y extraños.
Habían llegado a un oasis. Los camellos, los animales y el pueblo estaban agotados. Todos veían palmeras, una vegetación fresca, a la sombra de un enorme pedregal. Pero Maser veía donde los otros no podían ver. Siguiendo las instrucciones de la voz que escuchaba en su cabeza dijo a Josué:

- Ordena que en grupos de 49 vengan a mi todos los jóvenes de Israel, entre siete y veintiún años.
- ¿Para qué quieres que llame a tantos niños? ¿Qué les digo a sus padres? Además hay miles. Nos llevará todo el día formar los grupos.
- Diles que es la voluntad de Yavé.
Josué se fue refunfuñando, puesto que asentar el campamento era ciertamente una tarea dura y precisamente a Maser se le antojaba jugar a cosas extrañas.  – Cada día entiendo menos a los Dioses-  -se decía así mismo- a la vez que se disponía a acatar las órdenes.

Maser tomó asiento entre dos palmeras, mirando a la lejanía del desierto. Los primeros cuarenta y nueve jóvenes llegaron y se pusieron a su lado mirando al mismo punto.  Maser les dijo:

- ¿Decidme lo que veis?
Los jóvenes contestaron que veían arena, palmeras, el cielo o los diversos  elementos que componían el paisaje.
Durante dos días estuvo realizando la misma pregunta a los diversos niños que acudían a aquella extraña prueba. Al tercer día, después de hacer la misma pregunta, surgió una respuesta extraña, que hizo levantar risas sonoras de los jóvenes que le acompañaban:

- Veo un extraño ser con pezuñas de cabra, manto rojo y unos ojos muy grandes.

Maser esbozó una sonrisa, pues finalmente uno de los jóvenes estaba viendo exactamente lo que él veía. Se trataba de un clarividente; un muchacho que desde el vientre de la madre tenía la facultad de ver con los ojos del espíritu.

- ¿Puedes escuchar cuanto dice? – preguntó  Maser-
- Dice que es el señor del oasis, que se llama Pan y que es el gobernador de las plantas y de los vegetales. Que gobierna sobre las cosechas y sobre los elementales que anidan en el bosque.
Maser se quedó maravillado puesto que aquel joven además de clarividente era clariaudiente. Por fín podía contrastar con alguien su propia locura, su propia percepción.
Desde el día que había entrado en el Sinaí y que los Dioses le habían puesto aquella extraña cosa dentro de su cabeza, su vida se había trasformado en una pesadilla. Maser al igual que el muchacho tenía desarrollado el sexto sentido. Y os aseguro que no es fácil vivir con este castigo.

- ¿Cómo te llamas y cuántos años tienes?
- Me llamo Esen, tengo dieciséis años y pertenezco a la casta levita.

El pelo repleto de tirabuzones casi tapaba la cara de aquel joven. Era guapo, alto y delgado. Desde el vientre de la madre no había comido carne ni pescado alguno, puesto que no lo toleraba y lo devolvía. Sus padres habían tenido muchos problemas para adaptarle a la vida real, puesto que en los primeros años hablaba con sombras, duendes o Dioses con el consiguiente miedo de sus progenitores, que pensaban habían engendrado a un niño con las facultades mentales enfermas. Pero Esen, con el tiempo  aprendió a mentir, y a contar lo que convenía en cada momento. Era un superviviente.

Maser testó a todos los jóvenes del pueblo. Fueron tres niños más los que percibían algunos aspectos de Pan, Uno le oía, otro veía una luz brillante donde él estaba y el último podía sentirle dentro de su cuerpo como si se integrara dentro de su propia alma. Pero era Esen, quien en forma extraordinaria podía vivir en las diversas realidades interdimensionales que rodean al ser humano.
Maser tenía ya un objetivo claro y la primera semilla de lo que sería la continuidad esotérica de los Hijos del Sol. Desde aquel día, los cuatro niños junto con algunos otros despiertos e interesados por lo sobrenatural, comenzaron a reunirse con el profeta. Les confió la traducción de los papiros y las tablillas de Amarna y les instruyó en la ciencia del espíritu. Fueron muchos años, pero valió la pena. Ahora, el Avatar del Carnero estaba terminando su misión entre los humanos.

Un pueblo renovado, joven y con un tremendo orgullo, dejaba las últimas arenas del desierto del Qumram. La tierra prometida estaba al otro lado de la montaña.

- Josué, toma al pueblo y parte hacia la tierra prometida por el Señor. Yo no entraré. Guíales por el camino de la virtud. Te esperan grandes luchas y peligros, pero la mirada de los Dioses está sobre ti y no te dejarán.
Josué lloraba desconsolado, abrazado al cuello de su maestro. Séfora, con profundas arrugas en el rostro y sus cabellos blancos, estaba expectante. Los hijos de Maser también le rodeaban con el amor y la admiración que corresponde a uno de los más grandes avatares del la Historia.
- Mi padre, y mis hermanos me llaman a su lado. Debéis partir hacia la tierra prometida. Ha llegado mi hora. Debéis dejarme.
Fueron muchas las protestas y las lágrimas, pero el profeta de Dios no cedía fácilmente.

Maser se quedó con Esen, que ya contaba con casi cuarenta años y setenta y un hombres más.

Yo Homet-Nut vi, cómo seres de una altísima evolución, que viajaban en la nube metálica, implantaron en los setenta y dos hermanos un pequeño dispositivo, que solo se puede ver con los ojos del espíritu, semejante al que le fue implantado en la base del Sinaí al propio Maser. Esto es cuanto ocurrió y así lo contó el libro sagrado:

Números 11-24 Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo.  Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron. Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu.
Con lágrimas en los ojos los unos y los otros se fueron distanciando en las rojas arenas de aquel paraje. La comunidad que se quedó con Maser fue llamada la Comunidad esenia de los Hijos del Sol, por ser Esen quien la lideró y dirigió hasta su muerte. Pero esta es otra historia que contaré en su momento.

Y de la nube metálica que se había definitivamente parado salió un chorro de luz que llegaba hasta el suelo. Y por el interior del pasillo de luz fue ascendiendo Maser ante los atónitos ojos de los esenios. Hasta que finalmente la nube se lo llevó a gran velocidad en dirección al Sinaí.
Desde entonces los monjes de la comunidad esenia dejaban siempre en sus ceremonias una silla vacía, por que pensaban que algún día, su padre, Moisés, volvería en la misma forma que se había marchado.

Yo soy Homet-Nut, desde los registros eternos del tiempo. Es mi deber contar cuanto ví y escuché. Solo quien deba creer creerá. Solo quién tiene los ojos del espíritu despiertos verá las imágenes y leerá entre líneas, lo que las parábolas y los cuentos encubren como el legado de los Hijos del Sol.
Homet-Nut.

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