sábado, 22 de septiembre de 2012


LA INDIVIDUALIDAD VS. LA COMUNALIDAD




Durante decenas de miles de años, los seres humanos para poder sobrevivir e iniciar la evolución material y espiritual, aprendieron a vivir en comunidad, lo que los hacía más fuertes y resistentes, además de multiplicar sus posibilidades de manera exponencial. Como reza el dicho, “la fuerza del lobo es la manada”. Esto lo aprendió la humanidad con sangre, sudor y lágrimas.



De esta manera, de forma natural el ser humano desarrolló especialidades y se dividieron las responsabilidades en la comunidad. La forma “piramidal” es ancestral y natural, las diferencias se han dado en el tiempo y en el espacio por los valores y principios que motivaban esta estratificación. Pero en general, la ubicación en la pirámide se debía al grado de participación, responsabilidad y compromiso por el bien común. 



Generalmente aquellas personas que tomaban las decisiones y coordinaban el esfuerzo por el bien común, así como las que se especializaban en el desarrollo espiritual eran las que ocupaban los lugares más altos en esta pirámide. Las personas que se dedicaban a la producción de alimentos, desde la siembra hasta la cocina. Los que se dedicaban a mantener la salud física y espiritual con todos sus saberes. Los que se dedicaban a la educación en todas sus formas. Y finalmente, los que se dedicaban a la organización social y la defensa de la comunidad. Todas ellas resultaban vitales para el bien común y eran piezas claves en la pirámide.




Así fue en las civilizaciones más antiguas y con un origen autónomo de la humanidad. Egipto, Mesopotamia, China, India, Tawantinsuyu y el Anáhuac. La “modernidad” (occidente S XVIII a la actualidad) ha cambiado la visión de la historia antigua de la humanidad y nos he hecho creer que “todo lo antiguo fue primitivo” y esto es totalmente equívoco. No solo el pasado antiguo, entendido en las decenas de siglos que duró el esplendor de las llamadas “civilizaciones Madre”, sino aún en lo que se conoce como Prehistoria, es decir los aproximadamente treinta mil años antes de la invención de la agricultura. Las sociedades modernas ven con desprecio o sencillamente ignoran el pasado de la Humanidad. En la visión eurocéntrica “La Historia de la Humanidad” nace en la Grecia Clásica y se desarrolla en Europa, más nada. 




La modernidad ha impuesto una cortina de ignorancia para conocer, no solo la historia antigua, sino tal vez lo más importante, el conocer los motivos, razones, valores y principios que movieron el que-hacer humano en diferentes lugares y tiempos en el mundo. Por medio de la multimedia sionista-anglosajona, se nos hace creer que “los romanos hablaban inglés y que los griegos eran arrastrados por las mismas pasiones de Wall Street”. 



 
El “ser humano moderno” está educado en la ignorancia de la Historia de la Humanidad y de sus propios pueblos. El mito se basa en que existe una evolución lineal permanente y ascendente que comenzó con el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, la monarquía y llega al punto más “evolucionado” con el capitalismo y la democracia representativa. 




Esto conlleva la visión materialista del mundo y la vida, lo que implica el individualismo, el consumismo, el pragmatismo y la ausencia de la espiritualidad. La vida se reduce y se simplifica “al aquí y al ahora”, tener para ser, en libertinaje individual (que no libertad) y el triunfo personal (entendido con la obtención del dinero).




Pero lo cierto es que en la historia de la humanidad, las civilizaciones originarias tenían valores y principios totalmente diferentes a los que hoy tenemos en las sociedades modernas. Es revelador que aunque estas seis civilizaciones ancestrales no tuvieron contacto entre sí, sus conocimientos y valores fueron extraordinariamente parecidos y buscaban el mismo fin.


 

En efecto, el desarrollo sustentado en el humanismo y la búsqueda de la trascendencia espiritual de la existencia, fue común y extraordinariamente parecida. Sus grandes avatares, maestros y guías, coincidían en lo esencial con sus “enseñanzas”. Zoroastro, Akenatón, Krisna, Quetzalcóatl, entre otros, le dieron a la humanidad un mensaje, que en esencia es el mismo, donde la búsqueda del despertar de la conciencia de Ser, era el camino de la virtud para desprender la parte material de nuestro ser y evolucionar la parte espiritual.




En síntesis, los seres humanos durante la mayor parte de la historia de la humanidad han percibido el fenómeno de la vida como una oportunidad de desarrollar el potencial espiritual. Por lo cual, de diferentes formas buscaban el mismo fin. Sin embargo, esto ha cambiado totalmente y en nuestros días las sociedades modernas están viviendo una esquizofrenia cultural, que los está llevando a la autodestrucción, como individuos, familia y sociedad.



 Los “anti valores” han sido alentados de manera perversa y premeditada por los mercaderes a través de todos sus múltiples y poderosos medios, especialmente la multimedia. En una acción concertada se han destruido o desvalorizado las instituciones públicas y privadas que sostenían y alentaban los valores éticos, morales, religiosos, cívicos y culturales. La familia, la escuela, la sociedad, el templo, han sido “tocados” intencionalmente para deformarlos, minimizarlos o destruirlos. El objetivo es crear a un ciudadano mediocre, vulgar, inconsciente, individualizado y por lo tanto vulnerable.




La “gente moderna” o envías de serlo, vive solo para tener dinero y tratar de satisfacer su insaciable necesidad de “tener para ser”: feliz, importante, completa, diferente, triunfadora, exitosa, etc. Ésta gente ha perdido los valores ancestrales de su cultura, ha roto con las tradiciones y costumbres familiares y comunitarias. Vive individualizada y atomizada en “la nada”. Ha perdido el sentimiento de fortaleza y confianza que da el ser “el nosotros” y queda condenada a vivir patéticamente en el “laberinto de la soledad”, o la desolación de ser una indefensa criatura usada y explotada despiadadamente por sistema inhumano que busca inexplicablemente la extinción de la especie y la destrucción ecológica del planeta.





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